Este disco escuchaba mi mamá cuando yo estaba en su panza.
Se lo había mandado mi papá cuando todavía estaba allá.
Las únicas las redes que existían, mandar cosas en paquetes, escribir en papel, teléfono fijo y mar.
Me lo confirmaron recién por whatsapp, porque vi que lo estaban escuchando por Spotify.
Este disco llegó en esas correspondencias que ella buscaba en el correo y encontraba abiertas.
Los milicos seguían actuando, revisando todo lo que venía de Cuba, aún ya habiendo salido de la dictadura.
Mi vieja vio en vivo a Afrocuba
cuando vinieron a Central con Silvio en 84,
en ese recital que celebraba que los genocidas ya no estaban.
En ese disco hay una canción que se titula Lucumí y dice así:
"No hay en el mundo un ser
Que me pueda decir
que le gusta la rumba más que a mí.
Yo soy descendiente de allí
donde los negros calmaban su sudor
al ritmo del tambor".
Sigo siendo lápiz y papel, recuperé Afrocuba.
La historia previó que sea agitadora en esa cancha de Rosario Central
Y esa pibita, que por allá, se sumó a militar cuando conoció lo que significaba identidad y qué sucedió con la dictadura militar.