Cinco calabazas, cascarilla y miel.
Bailo a lxs orichas
Con una mujer negra
Que me enseña
Como puedo sanar mis dolencias.
Cinco velas amarillas.
Que me acerca a mi tierra,
Que tanto me han dicho, no es ésta.
Por eso, quizás, me dice
cubanita veintecerodó
Cinco días.
Cuenta los pataki,
Hace preguntas
De un lado, la bandera cubana
Del otro, altar a Changó.
Una limpieza cada día.
¿Quién es el dueño de los truenos?
¿Quién baila con una cola de caballo?
¿Cuál es su número?
¿Qué colores lleva?
¿Qué tiene en la mano?
¿Cuál es su nombre?
¿Cuál es su día?
Enseña, pone a prueba
Cuán colonizada esta esta tierra.
Torso levemente inclinado,
Con fuerza.
Apaga la música.
“Sus hijos son muerteros,
ia tu sabe
esa gente que puede sentir
las energías de su alrededor
Las energías negativas de las personas y alejarse,
o acercarse”.
Dale al torso, torso, torso,
vamo, con fuerza.
(fuelza, sin r)
apaga la música.
“Sus hijos son esa gente
que tiene suerte,
(suelte, sin r)
Que de siete cosas, seis le salen bien”.
Y al final, todo al río.
No sé de quién soy hija,
Pero me enseña que a los santos se llega
Primero por salud
Y encuentro allí, en esa simple palabra
de cinco letras
respuestas.
No era cuestión de
llego,
doy parche
y aprendo.
Porque me respeto,
a mí y a mis ancestros.
Una de las pocas cosas
Que en mi vida hago lento,
con tiempo.
Estuve en mi tierra, que tanto me dicen no es ésta.
Y supe decir no,
porque para esas palabras
aún no estaba preparada
“Que tiene una vaina en la otra mano”
Y volvieron los recuerdos.
¿Dónde esta la vaina que había en casa?
Nadie sabe,
sólo quedan fotos.
Lo que se hereda,
aunque a veces se olvide,
llega,
no es mágico.
Hay que buscarlo
Pero que no se te olvide
“Tú no escoges el santo,
El santo te escoge”
Tengo una maestra,
Que me mira a los ojos,
me mira los pies,
y afirma tú no eres de aquí.
Me pone la pollera,
con sus manos negras
Aquí, en mi tierra
Que tanto dicen, no es nuestra.
Mérida.