Una inmensa tristeza nos recorre el cuerpo,
la conmoción cruza generaciones, y fronteras
por no quererlo caído.
Cada uno de nosotros vale trincheras,
forjadas por el combate diario,
pata fundamental para poder hablar de cambios.
Como bien dijo un respetado camarada,
no se es revolucionario, sin humildad,
y esa es una evidente característica en él.
Es complicado describir lo que uno siente
cuando un camarada lucha.
Nos une el sueño común de transformar la vida,
por eso el bastón del Gendarme nos duele desde Ushuaia a La Quiaca,
por eso, cuando la clase se prepara para dar batallas, de este a oeste tensionamos los músculos,
por eso podemos hacernos grandes amigos aún a la distancia.
Podremos no haber cruzado miradas nunca,
pero tener un objetivo colectivo,
hace que para salvarlo nos una la necesidad de donar hasta la piel,
cualquier órgano que indiquen.
Cuentan por todos lados que su risa contagia,
que sus historias convencieron a nuevas generaciones de obreros
que hoy son capaces de
con el corazón auxiliarlo, y con el puño,
al patrón arrebatarlo.
Esperamos que la fuerza que estamos forjando,
llegue hasta lo más profundo de tu corazón,
y te recuerde que no abandonar es tu legado.
La vida es hermosa, dijo Trotsky,
y por eso tus compañeros,
necesitamos codos como el tuyo, para llegar a liberarla y disfrutarla.
Fuerza Pollo!
muy bueno!
ResponderEliminar