sábado, 26 de julio de 2014

Hablamos de revolución.



Es un compromiso,
 que no se puede practicar
  en la comodidad.

Al contrario,
 se trata de desacomodar
  las líneas del capital.

Desprenderte del antifaz,
 observar a tu alrededor.

Jóvenes de tu edad sin palpitar,
 Niños, sin techo donde abrazar,
  Viejos flacos sin paladar.

La utopía es pensar que el cambio es individual,
 sé consciente que te propones dar vuelta el mundo,
  comienza a derribar la impostura conceptual.

Martilla el muro de lo individual,
 desapegate de lo material, no es moral,
  se trata de ahondar y desde allí poder imaginar.

Cuando no tengas qué compartir,
 mírate y escribí algunas oraciones
 ¿te lo imaginas sin propiedad?

Sumérgete en la profundidad,
 del sofocón, verás nacer
  un vómito odioso a lo banal.

En una sociedad donde el dinero establece quienes pueden soñar,
 los revolucionarios entendemos que
  en una charla
   en una batalla
    en una mirada
podemos trasladarnos a aquel universo.

Donde poder mirar las estrellas durante horas,
 no sea un evento donde otros son los protagonistas.

Conoceremos el mundo,
 te lo prometo,
  al principio no viajaremos por ocio,
   el objetivo será el ideal.

Crecemos viendo como se desmorona el alrededor,
 pero muy a su pesar
  pudimos encontrar la igualdad,
   que nos hizo hermanarnos en la necesidad
de revolucionar los poros,
 formando la trinchera para fantasear
  aquella batalla donde los de arriba nos verán ganar.


Hablamos de revolución porque podemos cambiar, e imaginar.

-Para M., quien me enseño a volar-

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