No les leía cuentos previsibles, no les prendía la tele. No existía el arrorró. Solo les relataba historias.
El mar. El solar.
Pedrito y Tonito.
La güagüa. La plaza. La calle.
Y siempre algún amor.
Un 30 de septiembre, 27 años después de aquella despedida oculta, le dio la noticia:
Pedrito y Tonito serán los que reciban en el aeropuerto a las oyentes de los relatos breves.
El desenlace ya no se desarrollará en el sueño de aquellas viejas niñas.
Como los buenos finales que no se predicen, dan comienzo a una nueva historia. Van cargados de sensaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario