Baldía y fea como una rodilla desnuda es mi alma.
Busco un poema que no encuentro, el poema de un cuerpo a quien la desesperación dobló súbitamente en su carne, de mil bocas grandiosas, de dos mil labios gritadores.
A mis oídos llegan bocas distantes, resplandores pirotécnicos, pero yo estoy aquí sólo, agarrado por mi tierra de miseria como con nueve pernos.
Juguete Rabioso. Capítulo II. Página 73.
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