Al otro lado del dique
sobrevolaban sueños,
no comunes.
Construidos en nombres propios,
sobre hojas que de vez en cuando
soltaba un nuevo arbusto.
El viento decidió soplar por allí,
seguía empecinado
en un sordo diálogo.
Se refugió en un frondoso árbol,
descubrió su olor,
saboreo la saliva de sus flores.
Rasgó un pedazo de corteza,
y tembló cuando lo sintió respirar
por un corto tiempo.
Conociendo tal paisaje,
sin nada más apasionante
decidió enredarse.
Al verlo crecer se convenció:
Su soplar lo enternecía,
Se re descubría.
Con la erosión y algún oxígeno
construyeron un ecosistema
que sólo resultaba atractivo para la
fotosíntesis.
La foto era circunstancial,
enmarcada en un hueco
ocupado en ocultar la síntesis.
Necesitaba volar en un profundo
planeta,
recobrar fuerzas para un nuevo
terremoto.
Mientras se alejaba,
pensó cuál fue la raíz que lo
asesino.
Entendió.
Por más que exista un bello paisaje,
los viejos árboles se vacían con el
tiempo.
Intento transformar la piedra,
Deseo palpar el árbol,
¿Será tan necio de intentar con la
montaña?
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