Ya Extraño.
Atender el teléfono diciendo oigo.
La guagua atestada de gente y al chofer insistiendo en que sigue habiendo lugar.
Extraño los detalles de la cubanía.
La brisa del mar. Las negras y sus trenzas. Los negros y sus bembas. Y los pasos de break dance que tiramos en Fábrica de Arte. La Cristal en el sillón de Tonito. A Frank, el que insiste para que vuelva y me inscriba en la Universidad de La Habana, aquel que fue(es) amigo, guía turístico y entrevistado.
También al invierno de 25 de máxima.
Extraño al amor, por ponerle un nombre, que no pierde el tiempo, ni duda.
Extraño a quienes lo material no les importa. Extraño a las que le pasan el trapo a Harry Potter. Las verdaderas magas, que sobreviven con 300 pesos al mes (15 dólares, el precio de un pantalón), mis primas. Unas de las tantas que no viven ni del turismo ni de las remesas.
Extraño a esos seres que sostienen la mirada.
Extraño sí, pero a la vez confirmé que uno no sólo nace donde dice la libreta, sino sobre todo dónde corre la misma sangre.
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