Un día preferí.
Un libro, antes que un hombre.
Mi imaginación, mi deseo, mis ansias
se abrían con cada página.
Lo elucubré penetrándome.
A él no le tuve que exigir:
¡déjame que yo te desnude!
Terminé el párrafo.
Seguí sin responder el mensaje.
Me decidí, una vez más,
por los versos que me hacían volar.
Me pregunto ¿cuánto dura
el estado de enamoramiento novelístico?.
Laura Jáureguí me dio la respuesta:
"Se puede conquistar a una muchacha con un poema,
Pero no se la puede retener con un poema,
Vaya. Ni si quiera con un movimiento poético".
Por ende, ésto terminaría cuando llegue al epílogo.
Me encontré a la mañana abrazada
al libro de seiscientas nueve páginas.
Y abriendo los ojos recordé el sueño,
Se hacía carne para volver a penetrarme.
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