miércoles, 14 de mayo de 2014

Música de la ciudad sin tiempo.

Que el poder rítmico
de la música
nos traslade
a un mundo sin relojes.

Que el tiempo
no lo marque la rutina
sino el sueño
de acallar las sirenas
de un mundo hostigador

Que las baquetas
logren destrabar
el compás
del desesperado son
y la silenciosa ópera.

Que la métrica
del razonamiento
logre distinguir
el efímero sonido del miedo
y el susurro potente de la profundidad.

Que los sensuales
labios gruesos
que aprendieron a trasportar la lengua
cultiven el baile
de la independencia.

Abramos los ojos
en aquella ciudad
donde el latido
del megáfono
gritó ¡libertad!

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