domingo, 27 de abril de 2014

Nuestra compañera, la risa.

Ver sus dientes brillar
como aquel destello
que pierde protagonismo
por la luna de la costumbre.

Conquistar un poco de ocio
en un mundo donde
esa cosa llamada descanso
solo es para unos pocos.

Defender la alegría como una trinchera
diria Benedetti,
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo.

Ganar posiciones en un sitio
donde reirse
a carcajadas de uno mismo
esta prohibido.

¿Quien les dijo
que no somos capaces
de aplacar las contradicciones
con una dosis de regocijo?

No sean prejuiciosos,
la combatividad no es sinónimo
de hosquedad.
Nos reímos pensando
en la algarabía de verlos abdicar.
Reímos de la farándula
plasmada en la frente del mundo.

Nada se compara con
robarles a todos al mismo tiempo
una lágrima,
un dolor de panza,
una noche más.

La carcajada
penetrada en la memoria
es la que nos robará un instante
mañana cuando
nos encontremos en la calle
de algún lugar del mundo.

Desafío.

Intentamos tapar las lagrimas con un silencio,
pero la inmensa realidad,
no se esconde tras un dedo.

Difícil es explicar ciertos efectos colaterales de los combates,
las heridas subcutáneas de los que fueron perdidos,
sobrevuelan la concentración.

Romper la fragilidad es luchar,
para que lo conquistado no se vuelva efímero,
contra una misma.

Haber desafiado los límites impuestos
de una sociedad moribundamente humana
es lo que nos da las ganas de morder una nueva manzana.

No acabar atrofiadas por el "deber ser"
es la satisfacción de encontrar,
un sabor distinto en la actual acidez.

Años de decirnos que somos inferiores
harán que el puño de las mujeres
dé a luz un frondoso puente.

Será cuestión de ir hasta el fondo del mar,
excavar, poner los primeros ladrillos, 
y desafiar la inmensa distancia.

A los hombres que quieran estar de éste lado de trinchera,
le daremos la bienvenida con un apretón de manos
y un fusil.

También usted compañero,
tendrá que aprender a llorar sus miserias,
y escarbar antañas concepciones.

Descuentos.

En el trabajo me dijeron:
Te descontamos.

Las horas en que no me pude dormir,
Serán su plusvalía.

El recital al que no pude asistir,
Será su macabra risa.

La carne que estaba en la lista y no pude saborear,
Será su lechón en la barriga.

Los remedios que no pude comprar,
Serán la merca de su diaria manía.

El viaje de los sueños que quedo en el rincón de mis deseos,
Será el “Bonjour” de su cotidiana mañana fría.

El libro que perdí en la estación y no pude terminar,
Será su biblia con la que me dominaría.

Pero Señores,
Estamos preparando el día en el que nos reiremos con sorna y orgullo
De SUS agonías.

En el transcurso,
Les informamos:
Jamás podrán robarnos,
Los dedos con los que escribimos
Las piernas con las que bailamos
Las ideas con las que nos armamos
La sangre roja con la que nos revelamos.

Cuando suene el despertador.

En estaciones inquietantes, pero no acuciantes, aun no suena mi teléfono a las 04:38. Es por eso es que tengo el tiempo de escribirte en un papel en el cuál tengas que desentrañarmis deseos.

La birome no tiene más tinta, y mi mente puede jugar con lo indescifrable. Sera cuestión que te tomes unos instantes, enciendas el velador y mires la hoja a contra luz.

En la oscura habitación no hay lámparas, solo salpican reflejos de aquél farol de la avenida que se burla de los que todavía no aprendieron a usar la lengua.

Haces el esfuerzo, llegas a desentrañar la primer frase. Comienza con la palabra tiempo, se desarrolla con un significado inquieto y finaliza con la hora precisa de tu llegada.

De repente, la habitación esta embriagada de sol. A lo lejos se escucha el sonido de la rutina. Mis manos ya no palpitan. Mi corazón perdió la yema. Mi boca no alberga palabras.

 ¿Cuándo será el tiempo que el espíritu de época ya no se nutra de reprimidos sueños, incendie los prejuicios, y deje fluir la tinta roja de nuestros deseos?

Cuando suene el despertador
la historia buscará
desarrollar los sentidos dormidos
bajo el adoquín de la propiedad.

Contradicción antepasada.

Uno: ruso, judío, ferroviario y militante. Otra: de familia con hectáreas de campo, gorila, antisemita, anticomunista.

Casamiento de por medio. Hijos de por medio, y nietos.

Y también un Suegro, que cuando Una conoció se le vino el sueño de la familia católica abajo.. “Un negro! Y cubano!”

Qué los unió? Nadie entiende. Capaz habrá sido una noche de pasión que los encontró, evidentemente en aquella época era lo que bastaba.

Uno odiaba a los niños correteando por la casa, Otra los malcriaba comprándoles cajas de chocolates y haciéndoles dulce de damascos.

El Uno me quería? No lo se, nunca me lo dijo. Lo que si sé es que odiaba que le quite la boina y me largue a correr, odiaba que en cada almuerzo y en cada cena vuelque el vaso con jugo.

Yo te quería Uno, amaba ir a tu pueblo y ayudarte en tu quinta con la plantación de tomates y zapallos. Volaba mi imaginación pensar dónde estaría enterrado El Terri y buscar entre los yuyos alguna semillita para plantar en mi maseta de la casa de la ciudad sin verde donde vivía.

Ese pueblo era mi lugar. Aprender a andar en bici. Armar en otoño grandes montañas para esconderme con las hojas caídas de los árboles. Jugar a cocinar con barro. Recuerdos guardados en el fondo del cajón, que a veces se me dá por abrir.

A Uno le sacaron los días de quinta, la boina, la Zanella, lo mandaron a la ciudad sin verde, esa misma dónde yo quería plantar la semillita. Al principio cuatro paredes de una casa en medio de la manzana, un marcapasos. Al final cuatro paredes de un Hospital y una sonda.

“Hasta que la muerte los separe” Dijo el cura hace 50 años, y así mismo fue. Sólo que Otra se preocupó por la sucesión de la casa del pueblo… "No firmo!"

De esta contradicción antepasada heme aquí, escribiendo y recordando.
Que desgracia para Una que su nieta más grande, la hija del negro cubano siga pasos comunistas lejanamente andados por Uno.

Sueño con muñecas

Iba a su encuentro,
con la sensación de estar esperando
ese momento desde hace tiempo.
Una mujer de 50 años
acompañaba de la mano
a otra mujer de 20.

Algunos, incrédulos las siguieron,
intentando descubrir el misterio.
El recorrido sobre calles de tierra
termino en la oscura casa de pueblo.

La abuela que las esperaba
con una mezcla de rencor
y una pizca de soledad
entregó el paquete.

Difícil describir el instante
de abrir la caja y encontrar
una muñeca calcada a la muchacha de 20 que
camina,
habla,
sonríe.

Se miran a los ojos y se reconocen
en una historia vacía,
que necesita conquistar
la dulzura de un abrazo de niña perdida.

Los transeúntes se preguntan,
Que es lo real?
Ser parte del sueño o
revivirse en muñecas de ojos negros?

Si no creyera en la locura

No hay explicación científica.

De lo que siento cuando te pienso.

En cuerpo soy tu hija,

Y en ideas tu enemiga trotskista.

Heredé la loca sensación de escuchar la clave,

y soñarme bailando sobre la arena blanca.

Heredé la idea de enamorarme,

más allá de las fronteras.

La contradicción de querer conocerte,

Pero luchar por que seas distinta,

En un mundo donde

el Che no sea para tu juventud

sólo un libertario

que vive en una estatua.

Un mundo donde la revolución permanente,

llegue hasta los bloqueadores del norte.

Si no creyera en la locura de conocerte distinta,

no hubiese heredado la idea de,

revolucionar tus sones.