domingo, 27 de abril de 2014

Nuestra compañera, la risa.

Ver sus dientes brillar
como aquel destello
que pierde protagonismo
por la luna de la costumbre.

Conquistar un poco de ocio
en un mundo donde
esa cosa llamada descanso
solo es para unos pocos.

Defender la alegría como una trinchera
diria Benedetti,
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo.

Ganar posiciones en un sitio
donde reirse
a carcajadas de uno mismo
esta prohibido.

¿Quien les dijo
que no somos capaces
de aplacar las contradicciones
con una dosis de regocijo?

No sean prejuiciosos,
la combatividad no es sinónimo
de hosquedad.
Nos reímos pensando
en la algarabía de verlos abdicar.
Reímos de la farándula
plasmada en la frente del mundo.

Nada se compara con
robarles a todos al mismo tiempo
una lágrima,
un dolor de panza,
una noche más.

La carcajada
penetrada en la memoria
es la que nos robará un instante
mañana cuando
nos encontremos en la calle
de algún lugar del mundo.

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